jueves, 30 de mayo de 2013

Reflexión de Raúl Moro

Ayer,luego del almuerzo y esperando a hora para llevar a mi hija al colegio,me sente en el patio de atras a comer una naranja. Estaba brillante y de color vivo (la naranja,no el patio). El sol se hacia sentir levemente,como acariciando la piel luego de la fria mañana. No entrare en detalles sobre que otras cosas calientas cuando acarician. Mire,observe,medite,aprovechando la tranquilidad de ese momento casi magioco. No llegue a ninguna conclusion,claro,ni broto un pensamiento rebelador que pudiera ser digno de mencionar,pero lo trascendente al fin y al cabo fue que gocede unos minutos de paz,cosa que muchos no tienen la poibilidad de tener. Y todo gracias al hombre que pasa en bicicleta vendiendo naranjas...
                                                                           RAUL MORO
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