jueves, 29 de diciembre de 2011

EL PLATO DE MADERA ( CUENTO-ENSEÑANZA)

Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compráronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante. Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo. ¿Qué haces? preguntó su padre. Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos. El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
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MI PADRE MURIÒ CONMIGO A SU LADO TOMANDOLE LA MANO ,JAMAS LE SOLTÈ LA MANO EN 12 HORAS . EL TENIA QUE SENTIR QUE COMO SIEMPRE SE LO DECIA ,NO LO ABANDONARÌA JAMAS. Y  ASI MARCHÒ CON EL CALORCITO DE MI MANO TOMANDO LA SUYA.SIENTO INMENSO RESPETO Y COMPRENDO A LOS ANCIANOS  PORQUE  SOMOS FINITUD ,PORQUE  PRONTO  LO  SERÈ Y NO  DESEO SER LLEVADA A UN DEPOSITO DE DESPOJOS DE HUMANOS, ANTES DE PARTIR DEFINITIVAMENTE. OJALÀ QUE QUIEN ESTÈ EN MI  VEJEZ  A MI LADO LO COMPRENDA .
                                                                                           PATO GONZALEZ
Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compráronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante. Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo. ¿Qué haces? preguntó su padre. Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos. El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
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MI PADRE MURIÒ CONMIGO A SU LADO TOMANDOLE LA MANO ,JAMAS LE SOLTÈ LA MANO EN 12 HORAS . EL TENIA QUE SENTIR QUE COMO SIEMPRE SE LO DECIA ,NO LO ABANDONARÌA JAMAS. Y  ASI MARCHÒ CON EL CALORCITO DE MI MANO TOMANDO LA SUYA.SIENTO INMENSO RESPETO Y COMPRENDO A LOS ANCIANOS  PORQUE  SOMOS FINITUD ,PORQUE  PRONTO  LO  SERÈ Y NO  DESEO SER LLEVADA A UN DEPOSITO DE DESPOJOS DE HUMANOS, ANTES DE PARTIR DEFINITIVAMENTE. OJALÀ QUE QUIEN ESTÈ EN MI  VEJEZ  A MI LADO LO COMPRENDA .
                                                                                           PATO GONZALEZ
Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compráronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante. Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo. ¿Qué haces? preguntó su padre. Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos. El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
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MI PADRE MURIÒ CONMIGO A SU LADO TOMANDOLE LA MANO ,JAMAS LE SOLTÈ LA MANO EN 12 HORAS . EL TENIA QUE SENTIR QUE COMO SIEMPRE SE LO DECIA ,NO LO ABANDONARÌA JAMAS. Y  ASI MARCHÒ CON EL CALORCITO DE MI MANO TOMANDO LA SUYA.SIENTO INMENSO RESPETO Y COMPRENDO A LOS ANCIANOS  PORQUE  SOMOS FINITUD ,PORQUE  PRONTO  LO  SERÈ Y NO  DESEO SER LLEVADA A UN DEPOSITO DE DESPOJOS DE HUMANOS, ANTES DE PARTIR DEFINITIVAMENTE. OJALÀ QUE QUIEN ESTÈ EN MI  VEJEZ  A MI LADO LO COMPRENDA .
                                                                                           PATO GONZALEZ