lunes, 22 de febrero de 2016

Leyenda "El Lago del Champaquí"

Leyenda de la Provincia de Còrdoba , Argentina.

 Se dice que arriba mismo del Champaquí hay una laguna con aguas coloradas que tiene muchos encantos. Un toro negro de astas doradas que le rebrillaban con el sol y que echa fuego por la boca, la nariz y ojos, cruza las aguas nadando. Y a la orilla, una niña de cabellos de oro, por cierto, hermosa, se sienta, dejando su medio cuerpo de pez en las aguas, y se pone a cantar canciones muy tristes y atractivas, mientras se peina con un peine de oro. Esta sirena siempre se aparece a medianoche y el toro suele aparecer y bramar fuerte a las doce del día.
    Cuentan -según Julio Viggiano Esain, en "Leyendas Cordobesas"- que esta mujer, para atrapar a los viajeros siempre está a la orilla de la laguna con la mitad linda del cuerpo para afuera y la otra mitad debajo del agua, y que canta unos hermosos cantos en los atardeceres, envueltos en hermosas nubes, dorada por el sol, y que el viento lleva lejos su canto de sirena.

    En una reunión de arrieros se contó lo del toro de astas de oro, entonces uno de ellos, le pidió a la mujer que cebaba mates que le prestara el Rosario. Lo besó y dijo: "Ahurita sí le juro que de volver traigo el toro o no vuelvo más... te lo juro...".
    Ahí nomás preparó su caballo, se colocó los guardamontes, se armó de un largo lazo y sin despedirse de nadie, salió.
    -Volvete, Amaranto, volvete...
    -No m'hi volver nada...
    Amaranto montado toda la noche llegó a la orilla del lago o laguna en la cumbre del Champaquí. Estuvo espiando entre las sombras de la noche. No vio nada, pero se escuchaban unos hermosos cantos de sirena, que emborrachaban de placer al oírlos. Pero no veía nada...
    Por ahí, nomás, ya muy de noche y a eso de las 12 vio que del medio de la laguna salía el cuerpo de un hermoso toro, brillándole las astas y echando fuego por los ojos, narices y boca.
    Amaranto, ahí nomás, montó en su caballo, se acercó a la orilla, preparó el lazo y cuando estuvo a tiro, largó el lazo al toro, enlazándolo... Cuando el toro sintió el lazo en el pescuezo pegó un terrible bramido que hizo temblar toda la sierra... 
    Las aguas empezaron a revolverse y a volcarse por la falda de la montaña, inundando el valle... 
Amaranto, bien afirmado a su caballo tiró del lazo y el toro pegó otro bramido. Entonces se hizo un gran hoyo en las aguas y en él cayó Amaranto con su caballo.
    Cuando la laguna ya volcada en las serranías se secó, no quedó rastros de Amaranto ni de su caballo...


Fuente: Villafuerte, Carlos. "Leyendas de Nuestra Tierra". Editorial Corregidor, Bs.As., Argentina (2002). Pág. 191-192



Leyenda "Cerro Paleta de pintor"

En la Provincia de Jujuy ,Argentina, pueblo llamado Maimará, ubicado a 15,00 kilómetros de Purmamarca y que en la lengua aimará significa “estrella que cae”, se encuentra el cerro “Paleta del pintor”. Esta localidad está ubicada a orillas del río Grande, en la Quebrada de Humahuaca, a 75,00 kilómetros de San Salvador de Jujuy
Cuenta la leyenda que…
Hace mucho tiempo, tanto que no es posible contar con años ni con siglos, la madre tierra, Pachamama, se reunió con pequeños duendes de luz y a ellos les encomendó la tarea de embellecer los cerros, morada de sus hijos allá en la superficie.
Le encomendó también a Mama Quilla, la luna, que guiara a estos duendecillos que trabajarían por la noche; y a Inti, el sol, que iluminara con sus rayos el trabajo que estos seres hicieran.
Con un silbido, el viento anuncio a los cardones la aprobación de los duendes, Inti y Mama Quilla.
Ellos están felices con su tarea milenaria de embellecer el paisaje para cautivar al visitante y mantener apegado en su tierra a los lugareños. Sino ¿Por qué otra razón se quedaría aquí los habitantes de la quebrada?
Altiplanicie seca, lejana y silenciosa ¿Por qué esta gente no te deja, buscando más prosperidad? ¿Por qué lenguas extranjeras se radican en tu suelo?
El motivo es el trabajo de estos seres mágicos, luminosos y coloridos, que recorren la quebrada, cubierta por el manto de luz plateada que les ofrece su protectora.
Como todas las noches, la luna comienza su acostumbrado paseo por el cielo…
Los seres de luz lanzan gritos de gloria que no se oyen. Comienzan su trabajo nocturno. Los manda Pachamama, para que protegidos por Mama Quilla hagan lucir los colores de la quebrada, antes que su esposo Inti aparezca por la mañana.
Esa gélida luz que se refleja en el salar como un espejo, indica el inicio de las obras.
Vigilantes custodios, los cardones, señalan con sus largos brazos desde donde comenzar.
Los duendes de color embeben sus pinceles de lana de llamas y vicuñas sagradas, en el blanco salar para luego teñirlo de colores en el “Cerro de los siete colores”. De allí toman los tonos que Pachamama guarda para su tierra.
Como un ritual de limpieza y como ofrenda a su protectora comienzan la misión, elevando sus pinceles y salpicando al límpido cielo con brillos de sal, formando así las estrellas, que en el oscuro y atrapante cielo parecen estar al alcance de las manos.
A esta ofrenda, el cielo parece darles vida, ya que comienzan a palpitar agradecidas, queriéndose acercar para con su pequeña luz iluminar a los hacedores. Solo en este cielo de gran altura, los duendes trabajan tranquilos, lejos de indiscretas miradas. Llamas, ovejas y cardones son cómplices de la obra.
Lavando sus pinceles en el río, le dan el color terroso a sus aguas, que bajan límpidas desde el deshielo y luego arrastran colores y magia hacia el valle, hacia la gente, y al hacerles efecto los lleva a remontar hacia lo alto de la quebrada, llenándose los sentidos de esos colores, olores y paz que los duendes en su trajín esparcieron.
La noche avanza y la obra continúa, limpiando y retocando los colores.
Pasan del rosado de sus flamencos al rojo mineral de la mina, guardan el verde para los pequeños manchones de vida de los valles y el cerro, también reservan el dorado, naranja y el azul para Inti. El marrón lo esparcen con el viento de la siesta, junto con la arena del río y el abrasador sol que quema y no calienta. Casas y pobladores se lucen con el color.
Los duendecillos toman los tonos del “cerro de los siete colores” y preparan los distintos matices en la “Paleta del Pintor”, mostrándole así a Pachamama los colores preparados. Esperando su aceptación, luce el cerro diferentes colores que la diosa contempla y admira silenciosa.
Finalmente la luna sangra al incrustarse en la cordillera, mientras Inti por el Este trata de socorrerla.
Los cardones que guiaban a los seres, indican ahora a Inti donde se oculta su amada.
Estampida de duendes y despertar de nuevos seres, provocan un salpicado de colores, que al azar descubre el atento viajero.
Alrededor de cardones, los duendes tejen ensueños de Pachamama, donde lugareños y turistas quedan deslumbrados por esa celestial belleza.
Volverán al crepúsculo, a terminar la interminable tarea encomendada por la madre tierra.
Quedan huellas de su trabajo, la belleza está presente, la magia existe y la fuente de los colores se disfruta.
Es por eso que los pobladores de Purmamarca y Maimará, esperan ansiosos el crepúsculo, para poder escuchar entre el susurro del viento, el sonido de quenas, sicus, zampoñas, erkes y erkenchos que los duendes de luz utilizan para retomar su tarea, y son ellos quienes inspiran a músicos y poetas, y atrapan al viajero, en el encantamiento de los mismos cerros y quebradas.
Es así como los duendecillos de luz, en esa noche clara de luna me contaron su leyenda y me enseñaron esta copla.
Hay fiesta hoy en el cielo,
La luna llena se acerca,
Los duendes más que felices
De comenzar la encomienda.
Con pinceles de vicuña,
Con colores y con magia,
Bajan por la quebrada
Ofrendando a Pachamama.
Antes que el Sol los alcance,
Antes que las estrellas se apaguen,
Pintarán colores y sombras,
En la quebrada del Valle.
Con gritos sordos, los duendes
Me cantaron esta copla
Me la contaron al oído
Para pasarla de boca en boca

domingo, 21 de febrero de 2016

A BUENOS AIRES

Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este.
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león;
Bella sangre de prósperas razas
Esclarece tu altivo salvaje
Pinta su nombre sazón.

Arca fuerte de nuestra esperanza.
Fuste insigne de nuestro derecho.
Como el bronce leal sobre el pecho
Asegura al país tu honra fiel.
La genial Libertad, en tu cielo
Fino manto a la patria blasona,
Y eres tú quien le porta en corona
El decoro natal del laurel.

En tu frente, magnífica torre
De la estirpe, tranquila campea
corno amable paloma la idea
De ser grata a los hombres de paz...
esperanza la impulsa y, parece
Cuando así su remonte acaudalas.
Que de cielo le empluma las alas
Aquel soplo pujante y audaz.

Joya humana del mundo dichoso
Que te exalta a su bien venidero.
Como el alba anticipa al lucero
Aun dormida en su pálido tul,
Cada vez que otro día dorado
Te aproxima a la nueva ventura.
Se diría que el sol te inaugura
Sobre abismos más hondos de azul.

Certidumbre de días mejores
La igualdad de los hombres te inicia
En un vasto esplendor de justicia
Sin iglesia, sin sable y sin ley
Gajo vil de ignorancia y miseria
Todavía espinando retoña
Sobre la áspera Cruz de Borgoña
Que trozaste en los tiempos del rey.

                                           Autor: Leopoldo Lugones

                                             

Poema "Toledo "

Siempre estuve en Toledo. Aunque mis pasos
 se hayan perdido en otro laberinto,
sé que nunca salí de este recinto
 de hondas nieblas y de íntimos ocasos.
Siempre llevé conmigo las callejas,
 los rumores del río, los gastados
 oros de los ladrillos aljamiados,
 los mágicos rincones de perplejas
 urdimbres y esta mística maraña de blasones,
 de espadas y de piedras que ennoblecen los hielos
 y las hiedras de Castilla, magnífica y huraña.
 Siempre estuve en Toledo.
Cuando muera sé que hay algo en su entraña que me espera.

                                                    Autor:  José María Gómez Gómez